viernes, 13 de abril de 2007

Rompehielos Irízar: ¿accidente o atentado?


por Licenciado Alberto Buela

Hagamos el ejercicio de imaginación que este breve artículo es el resumen de una futura novela, que si non e vero e bene trovato. Qué casualidad nuestra cancillería acaba de darse cuenta luego de muchos años de cancilleres fracasados que en el mundo existen Estados que tienen intereses contrapuestos a los nuestros. Desde la época de la restauración democrática (circa 1983) cuando el canciller Caputo proclamó la teoría de la diplomacia desarmada, según la cual se plantea por principio la no-conflictividad con los otros Estados de la tierra, la Argentina actuó en el orden internacional a través de lo que el filósofo español Gustavo Bueno llama: la política Alicia. Por aquello de Alicia en el país de las maravillas y cosas por el estilo, que parte de la base falsa que si nosotros negamos el conflicto los otros Estados harán lo mismo. Esta “política Alicia” la rompió el canciller Taiana hace unos pocos días cuando anuló los contratos y pactos del gobierno de Menen y su canciller Di Tella (el de las relaciones carnales con los Estados Unidos, el que le enviaba bombones y tarjetas de Navidad a los kelpers) con Inglaterra sobre explotación petrolera en torno a las islas Malvinas. La respuesta de Inglaterra no se hizo esperar y previendo que la compañía petrolera Schell no va a poder operar en el territorio continental argentino, en un atentado – típicamente inglés- le destruyó el único buque argentino que puede navegar con autonomía y seguridad el Atlántico Sur.
Me dirá el lector: ¿Ud. tiene pruebas?. No, no las tengo. Sólo tengo indicios y me manejo por inferencias. ¿pero, Ud. es un arbitrario, un infundado?. Puede ser, pero déjeme seguir. Total si lo que sostengo no es verdad, puedo escribir luego una novela.
El rompehielos Irizar es la nave emblemática de la Armada argentina. El provee el 95% de todo el apoyo logístico que necesitan nuestras bases de la Antártida. El era el único rompehielos de su tipo en Suramérica y que no posee ninguno de los países centrales. El era el que le daba continuidad a los 102 años de ocupación permanente de la Argentina en el Continente Blanco y podía hacerlo durante casi todo el año.
El rompehielos Irizar se incendia en la sala de generadores quedando inutilizados al mismo tiempo, tanto su sistema de energía como su dispositivo de lucha contra incendios. Se incendia justo en el punto neurálgico del buque.
Además, el rompehielos Irizar no se incendia en la Antártida donde seguramente habría habido víctimas mortales, el buque no se incendia cerca de Malvinas donde se podría suponer una interferencia inglesa. Tampoco se incendia cerca de la base General Belgrano desde donde se podría haber apagado el incendio rápidamente. Nada de esto ocurrió.
El rompehielos Irizar se incendió delante del último puerto de marítimo accesible, Puerto Madryn, para que todos los pasajeros pudieran llegar sanos y salvos y no se tuviera que lamentar ningún muerto. Pero al mismo tiempo que el buque quedara destruido por el fuego. Es decir, se cometió un atentado perfecto. Sin víctimas, sin daños colaterales como producen los yanquis, pero con la destrucción del objetivo. Un típico atentado inglés.
Un atentado en donde todos son héroes, los pasajeros, la tripulación y hasta el capitán que se quedó en el barco, pero el poncho no aparece, como diría el paisano.
Algunos datos para la inferencia del lector. En casi todos los viajes que realizó el Irizar en los últimos tiempos, vaya saber uno porqué convenio estulto, viajaban un par de oficiales de la marina chilena. Esto lo sabemos porque lo hemos comprobado a través de un gran amigo que viajó el año pasado a la Antártida, quien nos llamó la atención al respecto.
¿Bajo que criterio militar y geopolítico puede la marina argentina dejar viajar en su barco emblemático, que con su solo navegar afirma nuestros derechos en la Antártida, a marinos chilenos cuando se sabe que la Armada chilena es enemiga, como lo probó su colaboración con los ingleses en la guerra de Malvinas?. Solo bajo el criterio de “la política Alicia”.
¿Es tan difícil y arbitrario inferir que los asiduos viajeros chilenos realizaban actos de espionaje para ellos y sus aliados?. ¿No es demasiada casualidad que el rompehielos se incendie en su punto más débil y en la ocasión más propicia?
Claro está, no tenemos pruebas. Es una temeridad de nuestra parte, pero el hecho está consumado, alea iacta est. El hecho bruto y cruel es que Argentina perdió su nave insignia del Atlántico Sur.
Solo esperemos que al menos, al capitán del Irizar no lo hagan un héroe porque eso sería lo mismo que en la casa de la niña violada el padre lo festajara con un asado.

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